Necesitamos tanto de otras personas al punto que nuestra vida depende de tal interacción. Pero no basta estar junto a otros, necesitamos además sentirnos acogidos: tener de un espacio que llamemos hogar y personas que compartan nuestras necesidades y alegrías.
Y no es extraño en la vida que pasemos por momentos donde nos sentimos abandonados y solos. Dios sin embargo se sostiene en su promesa de estar con nosotros, él es Emmanuel, Dios con nosotros. La fe nos desafía no sólo a encontrar el cumplimiento de su promesa en nuestra vida, sino a ser presencia de Dios acogiendo y acompañando a todos los que sienten, como nosotros, en la fragilidad de la vida, la necesidad del Dios de amor.
Oración: Dios, amigo, permíteme experimentar tu presencia en cada momento de mi vida, haciendo de mi vida señal de tu presencia para quien se siente en abandono. Amén.