Cuando Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente.
—¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—.
Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo.
—En Belén de Judea —le respondieron—, porque esto es lo que ha escrito el profeta:
»“Pero tú, Belén, en la tierra de Judá,
de ninguna manera eres la menor
entre los principales de Judá;
porque de ti saldrá un príncipe
que será el pastor de mi pueblo Israel.”
siguieron su camino, y sucedió que la estrella que habían visto
levantarse iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar
donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de alegría.
Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y
postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como
regalos oro, incienso y mirra.
Mateo 2: 1-2; 5-6; 9-11
Los magos emprendieron un camino largo, buscando el sol de justicia. Dejaron su hogar para ir atrás de lo que deseaban y que no conocían. Primero lo buscaron donde no estaba y luego la palabra los guió hasta el lugar adecuado. Así es la fe, a pesar de que parezca difícil la palabra nos lleva hasta Jesús y guía en el camino con él, para que hacer de nuestra vida un tesoro para los demás. Como los reyes debemos estar dispuestos a encontrar a Jesús donde el quiere mostrarse, en la sencillez y la humildad y no en el poder y el lujo.
Oración:
Danos un corazón, Señor,
manso con el sufrimiento de cada día,
fuerte en la lucha de cada día,
amoroso en la oración de cada día.
Que cada día sepamos buscarte a ti, Padre,
confiándote el mañana,
sin salidas fáciles en la fatiga de lo inmediato,
en el compromiso del paso necesario hoy
para tejer un por venir mejor para todos. Amén