En estos días todos reclamamos el derecho de las libertades. De expresión, de religión, de actuar, de ser. Y con el reclamo de cada libertad, surgen también voces sintiéndose agredidas por el ejercicio de esas libertades. No pocos preguntan ¿Cuáles son los límites de las libertades? Y los limites se hace difusos, subjetivos y profundamente desiguales.
El evangelio nos cambia la pregunta ya no por el alcance de mi libertad, sino por el objetivo de la misma. Somos libres, sí. Pero ¿para qué somos libres? En Cristo respondemos: Libres para amar, porque el verdadero ejercicio de la libertad es el amor.
Oración. Dios, tu me has hecho libre, ayúdame a comprender que sólo se es verdaderamente libre en el amor y que sólo se ama ofreciendo libertad. Amén