¿Acaso, necesita Dios de nuestra oración para hacer su voluntad? Ya decía Lutero, la voluntad de Dios se hace con nuestra oración o sin ella. Lo clave cuando oramos «hágase tu voluntad» está en comprender esa voluntad, discernirla, hacerla propia.
¿Que se haga tu voluntad en mi vida? ¿Ser capaz de dejar de lado mi ambición, mi deseo, mi intensión?
Hágase tu voluntad en mi: que que él crezca, pero que yo mengüe.
Hágase tu voluntad en mi: que mi ansiedad repose en ti.
Hágase tu voluntad en mi: que sea barro dócil en tus manos.
Hágase tu voluntad en mi: que mis manos encuentren fuerza en ti y mis esfuerzos descanso en tu amor. Amén.