El silencio se ha vuelto incomodo y el reposo se ve como tiempo perdido. Quienes vivimos en el mundo de hoy no percibimos cuán acelerados vivimos. Los días comienzan muy temprano y suelen acabar muchas horas después de que el sol se ha puesto. Quedarnos quietos nos parece improductivo, nos acostumbramos a hacer muchas cosas simultáneamente y aun cuando vemos niñas y niños jugar pensamos que pierden el tiempo.
Por mucho que hagamos siempre encontraremos más tareas por hacer y nuestros esfuerzos siempre terminan siendo insuficientes. Y de nuestro afán solo resta cansancio. Pero el reposo es más que solo un mandamiento de la lista. Es necesario aquietarse y acallar. Parar de dar golpes contra el viento y escucharlo. Dios no busca que permanezcamos pasivos, sino que nuestros actos tengan sentido en su amor.
Oración: Aquieta mi alma Señor y permite que te reconozca, haz que mis actos solo sean impulso de tu amor. Amé
Hermosa y puntual reflexión para estos días… estoy en un constante proceso de aprender que a veces mientras menos haga, más hago la voluntad de Dios– con consciencia, intención, alegría. Gracias por el recuerdo de esto.
Gracias Sari. Muchas bendiciones.